Carreras Pedestres:

Las carreras de Atea:

En Murero y en los vecinos pueblos de Acered y Atea se han conservado hasta nuestros días estas duras pruebas pedestres. En Atea la carrera se organiza para las fiestas en honor de San Ramón.
A lo largo de su historia se ha disputado en diferentes escenarios; antes de la guerra, la salida se daba desde la raya de los Camelos, se pasaba por el alto del Cantarero y la meta se situaba en la fábrica de harina. La salida la daba un guardia con un disparo. Delante iba un jinete a caballo; en el alto del Cantarero otro guardia disparaba cuando pasaban los corredores y otro en el peirón de los Santos (normalmente había un guardia en el pueblo, pero en esta época del año había tres guardias temporeros que cuidaban las viñas).
Recorrían un kilómetro y medio aproximadamente y los que podían se agarraban a la cola del caballo. Los premios eran de tres, dos y un pollo, respectivamente, para los tres primeros; al cuarto se le daba la cebolla.
En 1916, con bastante ventaja, se llevó el primer premio de la corrida de pollos, celebrada a las tres de la tarde, el afamado corredor de Orcajo Motorra, imponiéndose a Marco, de Atea y a Mochila, de Acered. Otros corredores de esta época eran Francisco Cetina, de Atea y el tío Pacho, de Orcajo.

Hacia los años treinta solía ganar Cándido Sanz (que lo mataron en la guerra). Otros participantes eran los hermanos Mamés y Eusebio Ceamanos.

En los años cuarenta se cambió de recorrido. Ahora se salía desde la fábrica de harinas y se iba hasta Canalejas, ida y vuelta, unos cuatro kilómetros. La salida la daba el guardia viñado con un trabuco trecerola. Corrían descalzos, en calzoncillos (que llevaban un botón y a veces se soltaba) por el camino lleno de cantos.

A mediados de los años cuarenta corría Jesús Hernando Serranillo, que también se desplazaba a otros pueblos, y Enguita, de Cubel. Fernando Aparicio ganó dos años a Enguita y en Acered venció al Sordo, de Castejón de Alarba.
En los años cincuenta iba por Atea el Artillero de Terrer, que según dicen, si hubiera querido se hubiera podido llevar los tres premios dando la vuelta. Era el que más corría. Cipriano Cetina también participaba en esos años.
Durante los años cuarenta y sesenta la carrera la amenizaban los músicos de la banda de Encinacorba tocando el bolero o el villano; anteriormente venían dulzaineros.
Los premios de pollos han desaparecido en la actualidad; sin embargo, el alguacil sigue pregonando la carrera por las calles de la localidad y a la hora fijada la gente parte en desfile desde el centro de la población hasta la carretera, escenario de la carrera desde los años setenta. Se sale desde el alto de los Almanderos y se llega hasta el alto de la Isilla (próximo a la rambla de la Isilla) y vuelta al lugar de salida. Se dan 10 vueltas, cerca de 10 kilómetros, en un duro circuito en forma de V. A pesar de la dureza del recorrido han participado muy buenos corredores en los últimos años. Mariano Haro estuvo en Atea, pero aunque él no quiso correr sí que participaron sus acompañantes palentinos. Haro consideraba que los premios eran bajos.

Texto y fotografía extraídos literalmente del libro de la biblioteca de Saul Herrero: "El Pedestrismo en Aragón" Ed. por DGA (Dirección General de Deportes)
de José Antonio Adell y Celedonio García.

Fotografía de Pepe Martinez (enviada por Celedonio García)