El Trinquete:

Al final de la calle de Carrapuerto, estaba ubicado el recinto conocido por todos por el Trinquete. Su propietario era el Sr. Juan Antonio Cetina, conocido simpáticamente por el Bota. El Trinquete era de forma rectangular y estaba cerrado o vallado por una tapia de construcción de tierra, paja y pequeñas piedras, todo bien compactado y apretado. También tenía un pequeño espacio con un tejado cubierto de tejas que realizaba la función de cantina, y al fondo del recinto se alzaba una grande y espléndida pared que servía de frontón para el juego de pelota a mano.
En este lugar los mozos se reunían los domingos y fiestas para pasar su tiempo libre, haciendo unas partidas de frontón. Las pelotas confeccionadas de madera y forradas de piel eran muy duras y dejaban las manos completamente infladas y moradas de tanto golpearlas fuertemente contra la pared para conseguir el punto. El Sr. Cetina, propietario del Trinquete, les cobraba un precio simbólico por partida y posteriormente por horas. Además les dejaba las pelotas para el juego.

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian
Los mozos, debido a su trabajo duro que diariamente realizaban en el campo con sus brazos largos y sus muñecas dobles y fuertes, esto acompañado de la picaresca y de la habilidad, eran buenos jugadores. Nombres como el Pela, el Garroso, el Pistolas, el Chaparrito, el Pepete, el Pajarillos entre otros. Pero como en todos los deportes siempre hay uno que sobresale de los demás, y según comentarios el que destacaba era el Sr. Manuel Peiro, que llegó a jugar entre los mejores de Aragón en esta especialidad. Anteriormente había un jugador que tenía una izquierda de seda que daba gusto verlo jugar. Le decían el Taruso.
También se hacían partidos con los mejores jugadores de los pueblos vecinos. No se apostaban nada sólo la honra de ganar. Normalmente en el pueblo donde se jugaba, éstos invitaban a una merienda-cena y que terminaba bastante entrada la noche,
Quizás el esplendor del Trinquete era en las fiestas de San Ramón que son las que yo personalmente más recuerdo. El Sr. Cetina pactaba un precio, con los mozos, “los mandones” (los que organizaban las fiestas) para que su recinto fuera el lugar para celebrar los bailes, y además él se veía recompensado con el servicio de la venta de bebidas, en su espacio de la cantina.
Al ritmo que tocaban los músicos, que casi siempre eran de Encinacorba, las parejas bailaban sin parar, los chavales se perseguían entre estas, y no faltaba el retratista profesional, que circulaba por el baile ofreciéndote hacerte una fotografía con tu pareja, que luego te la enviaba por correo a tu domicilio.
El Trinquete formaba parte de las fiestas y para los mozos era un punto de encuentro de todo el año, unas partidas, unos vinos en la cantina cacahuetes, algún vermut y botellines de cerveza de la marca El León. Hoy el Trinquete como todas las cosas tiene un final y éste por los años 70 ya dejó de funcionar, y actualmente ya no queda nada, pero me gustaría que su época de esplendor estuviera presente en el recuerdo, porque a lo largo de muchos años, tuvo munchas y felices vivencias de Ateanos.