Entierros

Cuando las campanas de la torre emitían un sonido lento, suave y discontinuo, la gente de Atea ya sabía quien había fallecido. Años atrás, todos los vecinos se conocían y sabían de antemano quien estaba muy enfermo y valía “pocas perras”. También el enfermo podría haber recibido la extremaunción por parte del cura (con este acto, se le perdonaban “in extremis” todos sus pecados), y esto se comentaba en las tiendas, en las fuentes, los hombres en el café o bien en los corrillos de las abuelas sentadas cosiendo con el pañuelo en la cabeza y de espaldas al sol.
El señor encargado de accionar las campanas tocando a los difuntos, conocía perfectamente su sintonía. Años atrás, los encargados fueron Jerónimo Parrilla, el tío Aurelio Moreno y ya posteriormente Pedro Peiró, que con sus repetidos tres toques –uno cada 15 minutos– avisaba a la población que empezaba el funeral.

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian
Un conjunto de personas de todo el pueblo iban a dar el pésame a los familiares más directos en la casa del fallecido. Y como que no se debe enterrar a un difunto antes de 24 horas para asegurarse que no tuviera una catalepsia, después de comer, sobre las tres de la tarde, la señora Concha Soler se desplazaba a casa del difunto para decir el rosario junto a los familiares. Este acto se hacía tres días seguidos después del entierro.
Había una señora, Pepa la Malena, que se encargaba de encender las velas que se ponían al lado del difunto, tanto en la habitación como más tarde en la iglesia. También colocaba en un sitio bien presente una cruz. Esto era una cosa normal por lo que esta señora lo hacía por rutina durante mucho tiempo. Una vez enterrado, los familiares del difunto le daban un presente como agradecimiento, que podía ser por ejemplo una docena de huevos.
Cuando llegaba la noche se velaba el difunto. Algunos vecinos y amigos se quedaban toda la noche para hacer compañía a la familia en esos momentos tan difíciles. La noche se hacía larga, triste y pesada. Por media noche, los familiares ofrecían a los presentes un tazón de café con leche, magdalenas o galletas; acto que se repetía para desayunar con alguna copa de aguardiente para dar calor al cuerpo.
Prácticamente todo el pueblo acudía a la iglesia a la hora del funeral. Una vez acabada la misa, se cogía el ataúd (arca de madera bien presentada que había construido el señor carpintero don Antonio Gallego, y es de suponer que debería tener almacenadas varias de diferentes medidas) y se lo ponían a los hombros de familiares o vecinos, dándose relevos por el camino dirección al campo santo. Antes el recorrido era por detrás de la iglesia, el puente bajo, las eras hasta llegar al cementerio; actualmente se pasa por el barrio bajo.
Al llegar al cementerio ya estaba esperando el tío Castillero, que por aquel entonces era el enterrador. Previamente ya había excavado en el suelo dos o tres espacios, suficientes para colocar el ataúd y evitar así contratiempos como podía ser la lluvia, la nieve u otros factores. El verdadero nombre del Sr. Castillero creo que era José García, pero lo nombraban así porqué vivía en un caserón grande y alto en la entrada del pueblo, precisamente cerca del cementerio, cuya construcción recibe el nombre de Castillo. Una vez enterrado el ataúd, los asistentes se despedían de los familiares.
No hace muchos años en que al morir una persona, los familiares directos le respetaban vistiendo de negro (de luto) varios largos años. Incluso las mujeres se ponían un velo en la cabeza para salir a la calle. Si después de este tiempo de vestir de negro se daba la casualidad de que moría otro familiar, ir vestido de este color podía durar una buena cantidad de años. También los jóvenes y hombres se tenía por costumbre poner una franja de color negro en la manga del jersey o chaqueta, dando a ver que habían perdido a un ser querido.

NOTA: Antonio Gallego y sus hijos eran conocidos en Atea y en los pueblos vecinos, como "los Carpinteros" y construían todos los elementos de carpintería, ebanistería; aperos para la agricultura, ganadería, reparación y mantenimiento de todo lo realizado en madera...