La Fragua
Las mulas han sido y son animales importantes que, con sus facultades, siempre han ayudado al hombre en muchos trabajos.
Casi en todas las casas de Atea tenían un animal para las tareas del campo y de la casa. Las familias más humildes contaban con un “borrico”; otras con más solvencia ya tenían un par de mulas, como en las casas del sr. Mateo, la sra.Margarita, el sr. Pepe, Sr. Galindo, Nieves Lorente, entre otras. Haciendo memoria, destacar la casa del sr.Martín que debido a sus propiedades, esta ya contaba con tres pares de mulas.
Estos animales debido a su trabajo diario y constante debían de acudir a la zapatería cada 30 ó 40 días, o sea a la fragua, lugar donde el sr. Herrero arreglaba las pezuñas o cambiaba la herradura. De este modo, el sr. Herrero era considerado una persona no importante sino imprescindible en la vida cotidiana de los pueblos rurales, en este caso Atea.
En mis años de pantalón corto, conocí a dos fraguas que estaban ubicadas en la plaza del Paso que trabajaban individualmente. Creo que eran familia, los señores Antonio y Enrique Guallar. Aparte de herrar a los animales, también se dedicaban a afilar barrones para arar y a otros trabajos relacionados con el hierro.
En esa época tenían tanta importancia las mulas que escuché el comentario que hacía un médico, el cual tenía nociones de veterinaria, que cuando una persona llamaba a su puerta solicitando sus servicios, él ya sabía si era para un enfermo o bien para una mula.