Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian

La Fuente Nueva

Justo al empezar la calle de Carrapuerto, en una zona verde propiedad de Martín Lorente, se alza una majestuosa y centenaria acacia que con su follaje da sombra y vistosidad a la fuente Nueva. Fuente y acacia viven en harmonía desde hace muchas décadas, haciendo que la plaza del Paso presuma de un punto muy pintoresco.
Dicha fuente recibe el nombre de Nueva ya que su instalación fue posterior a la fuente Vieja, la cual está ubicada en la otra punta de la plaza tal y como dijimos en un escrito anterior.
La fuente está compuesta por un tronco de hierro de unos dos metros de altura. Tiene varios relieves o molduras y dos caños adaptados de donde el agua, de manera generosa, no para de fluir. Todo su entorno estaba cerrado en circunferencia por una pequeña pared de obra, utilizada en muchas ocasiones para sentarse o dejar los botijos.
El fluido era el mínimo en los meses de verano, aunque con las primeras tormentas de otoño, éste se recuperaba notablemente durante todo el año. Con estas tormentas, el agua salía muy sucia debido a la gran cantidad de tierra que arrastraba, aunque pasados un par de días volvía a estar de nuevo limpia.
El manantial de esta fuente proviene del barranco de Gabardilla. En los años prodigiosos en lluvias, su canalización se reventaba por la calle de Carrapuerto, cuyos vecinos para aprovecharse construían una especie de embalse para lavar sus utensilios de la casa y ropa menuda durante los meses de octubre a mayo.
Conversando con el tío Emiliano, este “mozico” de 96 años, me dijo que esta fuente siempre él la había visto en el lugar que está. Con esta referencia, entendemos que se debería instalar a principios de 1900.
Tengo que destacar la fuerza, el genio y la habilidad de las mujeres para transportar el agua. Entre el pozal, el botijo y el cántaro debería sumar una cantidad alrededor de 25-30 litros de agua, que diariamente tenían que llevar a sus casas para las necesidades del día y dar de beber a los animales del corral que había en todas las casas. En algunas ocasiones se necesitaba más agua, por lo que la mujer tenía que hacer otro viaje a la fuente.

Mientras se llenaban los utensilios en la fuente, las mujeres se explicaban sus penas y alegrías. Las jovenzuelas también daban tiempo para que su pretendiente se acercase a conversar un rato.
Actualmente, el entorno de la fuente ha sido modificado. Pero yo he querido dibujarla tal y como la viví y la disfruté, pues a su alrededor jugué, me sacié la sed y desde luego me mojé más de una vez en compañía de los demás chicos en la ya pasada y lejana juventud.