La Virgen de los Mártires

La ermita de la Virgen de los Mártires está ubicada en el término de Murero, en una zona llamada El Valladar. Tiene una historia antiquísima y, por eso, muchas confusiones sobre las fechas, la construcción, la piedra de la Virgen, el pueblo El Sace, el pastor de Atea que encontró la imagen de la Virgen, la viña de la Virgen, etc. Todos estos temas son confusos y nada claros.
Lo que sí está claro es que el pueblo de Atea tiene una gran devoción por su Virgen. Muestra de ello, recuerdo de niño que en el interior de la ermita había cantidad de manos y piernas de yeso o escayola colgados en las paredes con fotografías de personas, como agradecimiento a su ayuda en recuperar el brazo, la pierna o la salud.

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian

El día 13 de Mayo Atea celebraba la fiesta mayor del pueblo, pero ya en el día anterior la hermandad de Hermanos de la Virgen se cuidaba de coger una buena sudadera, en hacer voltear todas las campanas del campanario con todas sus fuerzas y sin parar advertir a la población que empezaban las fiestas. Seguidamente los músicos de Encinacorba se encargaban de pasear por los barrios del pueblo.
Antiguamente las fiestas las pagaban, en su mayoría, dos cofrades. Supongo que serían personas de casas solventes, porque los costes eran elevados. Ojo al dato: hace muchos años que compraban cama nueva y ropa para la cama donde debía dormir el sacerdote que traían de fuera para predicar en las dos misas de los días 13 y 14, y además estrenaban vajilla nueva y otros enseres. Esta costumbre se modifico pues suponía la ruina en alguna casa.
A las cinco de la tarde se realizaba el tradicional refresco con pastas y vino en el salón del Ayuntamiento con concierto y con la presencia de los cofrades. La banda de música interpretaba diferentes temas, no tengo duda que los "Sitios de Zaragoza" no la dejarían de tocar.
Finalizado el acto vuelven se acompañan a los cofrades a sus casas, junto con la música y la bandera de la Virgen -que pesa lo suyo- y casi siempre la lleva el más joven y fuerte, pues también en Atea hace viento y cuando éste sopla, cuesta dominarlo. Una vez los cofrades están en sus domicilios, se coloca la bandera en el balcón del ayuntamiento hasta el día 14, a la hora de misa mayor. A las doce de la noche, gran baile público en la plaza de la Iglesia que terminará hasta altas horas de la noche. Mientras los jóvenes no paran de bailar las abuelas se sientan en la silla que se habían traído de su casa y no paraban de mirar y de chismorrear sobre alguna pareja de mozos que quizás bailaban demasiado apretados. En casa de estos cofrades se quedan a comer y dormir el predicador (que viene de fuera) y el director de la banda de música.

13 de mayo. Día de la patrona Virgen de los Mártires. A las 8 de la mañana diana por todas las calles del pueblo. A las 8:30, misa rezada breve para los que no pueden desplazarse a la ermita de los Mártires, o no les apetece ir, ya que la distancia a recorrer era de unos 4 km. 9 de la mañana, volteo ensordecedor de las campanas y concentración de cofrades, sacerdotes y banda de música y fieles para ir de nuevo a buscar los dos cofrades que hacen la fiesta y llevarlos a la iglesia. Desde este punto se sale en ordenada procesión hasta el peirón de la Virgen del Pilar que está a 1 km del pueblo. Desde aquí, cada uno va a su criterio, hasta 100 m, antes de la llegada, donde los fieles de vuelve a organizar en procesión para la entrada a la ermita, dando seriedad y respeto a la Virgen.
Seguidamente, misa cantada acompañada por la banda de música, y como no podía faltar, el predicador, que tenía cierta categoría, realzaba esta misa con "El Sermón". Era sin duda el punto clave de este acto, esperado como cada año por los fieles.
Cuando finaliza la misa, hasta el regreso al pueblo, hay un espacio de tiempo que daba lugar a comentarios, abrir la petaca y hacer un cigarro de picadura, mientras se opina del sermón. En la sacristía los curas y monaguillos toman su chocolate con pastas y tortas caseras.
De regreso, se sigue por el mismo orden: salida en procesión organizada con la banda de música, hasta 100 m. de la ermita, donde ésta se disuelve y se vuelve a organizar a 1 km, de la llegada al pueblo, que finaliza en la iglesia; nuevamente acompañan a sus casas a los dos cofrades, dejando la bandera en el balcón del ayuntamiento, e invitación a los músicos a vermut y a comer.
Después de una buena comida de pollo guisado o conejo de corral, guardado en especial para estos días, y la bota de vino no muy lejos, a las 6 de la tarde se celebraba el baile público en la plaza. Vueltas y más vueltas marcando el ritmo de los pasodobles, y otros bailes, y con un pavimento de tierra, ya se pueden imaginar el calzado como quedaba. 8 de la tarde. Rosario general por las calles del pueblo, con la banda de música. Acabado este acto, vermut con invitaciones a músicos y cena. Se la habían ganado. 12 de la noche. Más baile en la plaza, para acabar el día.
El día 14 de mayo era el día de la Abuela de la Virgen. 8 de la mañana. Pasacalles por el pueblo, amenizado con música. A las 10, misa solemne y cantada con el correspondiente sermón a cargo de predicador contratado. Para este acto también se va a buscar a sus casas los dos cofrades que hacen la fiesta.
Al final de la misa, delante del altar mayor, se produce el cambio de cofrades. Salen los titulares de las fiestas y entran otros dos nuevos para el año siguiente, y así año tras año se repite esta costumbre. Al pie del altar el sacerdote felicita a los salientes, y les quita las fajas con los bordados de la Virgen, que les cruza el pecho. Felicita a los nuevos entrantes y les coloca las fajas que han llevado sus antecesores. En ese momento felicitan a todos los cofrades salientes y los que entran. Nuevamente acompañamiento a casa de los cofrades, la bandera en el balcón del Ayuntamiento y, cómo no, vermut y comida.
5 de la tarde. Volteo de campanas, nueva recogida de los dos entrantes, y otro refresco en el local del Ayuntamiento, esta vez realizado por los cofrades entrantes. Al final del acto, acompañamiento a los entrantes a sus respectivas casas. Seguidamente más bailoteo público en la plaza. Durante este baile y en el local del Ayuntamiento, se realiza el pasacuentas. Todos los cofrades acuden a pagar el coste en partes proporcionales de todos los gastos de la fiesta, y se les entrega una pareja de bizcochos grandes a cada uno. Destacaremos que a estos bizcochos se les da un gran valor, por ser de donde proceden, quizás por la bendición en el día de la Virgen, o por la fe que los ateanos tienen de su Virgen. Así es que la mayoría de estos bizcochos son enviados a familiares, en diferentes puntos de España, y en algún caso hasta el extranjero. Esto nos da referencia la fe que tienen los ateanos con su Virgen.
8 de la tarde. Rosario general por todas las calles del pueblo, amenizado por la banda de música, y a las 12 de la noche empieza el último baile público en la plaza. Cuando éste finaliza también termina la fiesta. Las campanas, la música, los rosarios, las misas, las procesiones los bailes, los cofrades, los sermones, el vino y las tortas ya quedaron atrás para esperar un año más que empiecen las fiestas de la Virgen de los Mártires.