Mujeres cosiendo

Una vez acabados los trabajos de la casa y cuando en el campo los hombres no necesitaban su ayuda, las mujeres salían en sus tardes libres a la calle a coser y a otros menesteres en compañía de otras vecinas.
En cada barrio o plaza había el grupito normal de mujeres que se reunían en un lugar ya habitual, que podía ser detrás de una pared del corral o en el interior de la casa, buscando siempre el sol en invierno y la esquina o calle donde corriera un poco de aire en verano.
Con una habilidad enorme, las mujeres hacían pedugos (calcetines), jerseys y cosían la ropa. Las señoras más jóvenes, con mejor vista, confeccionaban unas puntillas de verdadera filigrana utilizadas para adornar su ropa para su boda o bien para otras prendas. El ruido de los bolillos amenizaba las conversaciones del grupo.
Los chavales llevábamos unos jerseys de varios colores confeccionados por las abuelas. Parecíamos payasos del circo. No es que siguiéramos la moda, sino que eran prendas realizadas por trozos de lana sobrante de otros. Y es que se aprovechaba todo, no se tiraba casi nada. Fácilmente un jersey podía tener las mangas grises, la parte delantera azul y el cuello negro.
En las noches calurosas de verano, los vecinos después de cenar cogían la silla y salían a la calle para descansar y disfrutar del frescor de la noche, con largas tertulias entre la gente mayor. Los mozos, los jóvenes, se reunían en El Paso. Debido a su juventud y energía, éstos siempre estaban dispuestos a pasarlo bien y pensar en hacer alguna broma.

Me comentaron que una noche los jóvenes más atrevidos se desnudaron y corrieron por varias calles, amparados en la oscuridad de la noche. Al pasar por delante de un grupo de vecinos, se picaban con la palma de la mano en el trasero para demostrar que iban en porreta. Al día siguiente, el comentario y las risas eran populares en todo el pueblo. Otra broma fue que en una noche cogieron todas las macetas que pudieron de las ventanas, portales y balcones, y las colocaron en medio de la plaza El Paso. Con esta broma se armó un buen lío.
Así de sencillo, con una convivencia compartida, simple, sencilla y divertida vivían nuestros abuelos en una sociedad sana; sociedad que tristemente cada día se está deteriorando más...

 

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian