El Peirón del Barrio Nuevo

Actualmente, al final de las calles o en el centro de las plazas, los arquitectos o los ayuntamientos colocan una escultura de algún personaje importante, fuentes, zonas ajardinadas y también alguna construcción ornamental que armonice el entorno.
Hace ya muchos años, cuando la religión estaba muy presente en la población, se colocaban en estos lugares algún símbolo o monolito referente al cristianismo. Durante muchos años, estuvo presente en Atea, concretamente en el Barrio Nuevo, un peirón que reflejaba la fe y el poder de la iglesia.
Era una construcción que, sobre una base circular, descansaban tres peldaños escalonados de piedra maciza. Sobre éstos, se alzaba una columna en que en su parte final resaltaban los apóstoles en relieve, finalizando con una cruz.
El peirón era el punto de referencia de muchas procesiones. En semana Santa se iba desde la iglesia al peirón; supongo que al llegar el sacerdote debía decir alguna oración o lectura de los episodios del evangelio. En otras ocasiones cuando se salía en romería o en procesión a alguna ermita o punto lejano del pueblo y el tiempo no era bueno (llovía, viento, frío), se suspendía la salida, siendo el peirón de Barrio Nuevo quien suplía este desplazamiento.
A lo largo de los años, el estado de deterioro del pairón y observando que era un peligro para los críos ya que subían en su alto para jugar, se decidió lo más fácil: sacarlo y así eliminar posibles accidentes. Acabaron rápido con el problema, sin pararse a pensar que este pairón emblemático formaba parte del barrio y de la cultura e historia de Atea.
Respecto al Barrio Nuevo, casi todos los pueblos crecían alrededor de la iglesia. Como Atea seguía creciendo en habitantes (según me comentó Saúl Herrero, este pedazo de ateano de pura cepa, en el año 1910 Atea tenía 1.295 habitantes), se necesitaba crear nuevas zonas para hacer casas. Creo que por este motivo se formó el Barrio Nuevo, tal y como su nombre nos da a entender.
De todo esto ya ha pasado muchas tormentas, nevadas, heladas y veranos calurosos. Pero esas piedras, esos relieves, esa cruz ¿dónde estarán? Perdidas o enterradas posiblemente no.

 

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian