Solamente un lejano recuerdo. Cuando yo debía tener unos seis años mis abuelos me llevaron al Barrio de las Bodegas a esperar a la romería de Santa Cruz. La fiesta era invariable cada tres de mayo. Me quedó grabada la imagen de los enormes troncos de árbol que llevaban los hombres, en especial el padre de “Chaparrito”. Su nombre ya se fue de mi memoria pero sé que vivían junto con su mujer Esperanza cerca de las eras altas. Este señor de baja estatura, pero de una corpulencia muy fuerte, había cortado un tronco que debía necesitar para hacer alguna pequeña construcción en su vivienda. El tronco que soportaba en sus hombros daba respeto. También creo que había cierta rivalidad entre los hombres por llevar el tronco más grande para que las gentes y en especial las mozas quedaran admiradas.

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian
Fiesta de Santa Cruz
Después del descanso y con el estómago lleno de proteínas, se inicia la ascensión a la cumbre del cerro Santa Elena, cantando las Aleluyas correspondientes. A mitad del camino, la gente se encuentra con un gran peñasco, la Piedra del Cuervo, lugar que se hace otro alto. El Ayuntamiento por medio de un concejal ofrece un avituallamiento y la entrega de un huevo duro por persona, y tras reponer fuerzas se acomete la ascensión rezando el rosario y cantando aleluyas.
En la cima, el primer acto es visitar la ermita de Santa Elena y hacer unos breves rezos. En el exterior, y según comentarios, me explicaron que hay unas vistas panorámicas impresionantes y majestuosas. En días visibles se pueden ver los términos de varios pueblos como Used, Cubel, Torralba de los Frailes, Orcajo, La laguna de Gallocanta y otros lugares más distantes. Si no lo tengo mal entendido, Santa Elena, después del Moncayo es la cumbre más alta de la provincia de Zaragoza.
Al no estar presente en esta romería -no descarto hacerlo algún día-, redactaré el programa de la fiesta que en su día un familiar me explicó y que guarde en el baúl de los recuerdos. Seguramente habrá algún error pero más o menos era de la siguiente manera.
El día 18 de Marzo por la noche en el local del café se reunían los mozos para elegir a dos que debían de ser los que organizaban la fiesta, o sea, los “mandones”, y preparar la música, los bailes, el recinto, bizcochos, etc. Y a partir de esta fecha los menores de dieciocho años no pueden ir de ronda ni estar por las calles a partir de las 12 de la noche hasta pasado el tres de mayo, y si estos son revoltosos, durante todo el año. (Cuesta creerlo en estos tiempos, pero no deja de ser curioso)
Los mandones buscaban refuerzos entre los mozos de manera solidaria para su organización pero no se admitían menores de dieciocho años. El día antes al tres de mayo, al mediodía, había pasacalles por todos los barrios del pueblo. Las campanas de la torre se volvían locas volteando por la fuerza de unos brazos jóvenes con un sonido que te hacía tapar las orejas.
Once de la noche. Una gran hoguera en la Plaza de la Iglesia. En otros puntos de España las hogueras se hacían para alejar a las brujas, y los malos espíritus, pero en Atea sólo significaba fiesta. A las doce, en la misma plaza, gran baile popular, supongo que amenizado como siempre por los músicos del pueblo. Sobre la una y media, los mozos repartidos y acompañados de un músico recorren las calles para cantar unas canciones a todas las solteras, sin mirar su edad.
Llegado el Tres de Mayo y a las ocho horas se celebra la primera misa en la iglesia del pueblo. Una vez terminada la misa se sale en romería, aproximadamente 1km del pueblo donde el sacerdote hace un alto y bendice los campos por los cuatro puntos cardinales. Seguidamente se disuelve la romería, unos continúan hacia el punto de destino y otros menos regresan al pueblo, incluido el sacerdote.
Con la llegada a la ermita de san Lamberto se hacía un pequeño descanso que sirve también para esperar a los rezagados. En la misma ermita se celebra la santa misa, y seguidamente se recuperan fuerzas con un abundante almuerzo y buenas dosis de vino tinto, que el Ayuntamiento distribuye gratuitamente este día.
Bajada de Santa Cruz, 3 Mayo 1956, con los "Ramos" a la altura de El Cantadero (Fotografía enviada por Saul Herrero)
Después de la comida, y con unos tragos de vino, surgen los cánticos, bailes, chistes, bromas, etc., interrumpidamente hasta el retorno al pueblo, sobre las 16 horas. El regreso a Atea se realiza por diferente ruta, o sea, por la carretera de Used, a 2 km del pueblo, donde se hace una parada en un lugar que recibe el nombre de “ El Cantadero” y donde se reparten panes en trozos y ese vino tinto con cuerpo y grado que se cosecha en Atea. La fiesta solía reunir a más de unas 400 personas.
En las afueras del pueblo, la gente que no se ha desplazado, sale a recibir a la procesión junto con el sacerdote. Desde este encuentro, parten todos hacia la iglesia, donde se les permite entrar, con los troncos y ramos para ser bendecidos. Seguidamente dan la correspondiente vuelta al pueblo, con los largos troncos, los grandes ramos y en el cuerpo también unos largos de vino, conseguían que la mayor parte del pueblo quedase sin luz eléctrica. También alguna discusión entre los mozos, pero al día siguiente nadie se acordaba de nada.
A continuación, en el local del Ayuntamiento el costumbrista y original baile de la juventud, con sus normas. Sólo pueden acceder a este baile los mozos que de madera desinteresada colaboraron para elaborar esta fiesta. Como ya se sabe, los menores de dieciocho años no podían entrar. Cada mozo lleva a su pareja, bien sea la novia, semi-novia o la amiga, que galantemente va a buscarla a su casa. Los mozos que no tenían pareja podían ir solos. Las chicas también podían ir solas pero solían quedarse en casa, ya que era un poco humillante para ellas ir al baile sin su correspondiente galán.
Al finalizar el baile cada mozo volvía a llevar a la chica a su casa, donde gentilmente le invitaba a comer algunos dulces, galletas, madalenas, bizcochos, etc. Me comentaron que para este baile los mozos estrenaban un traje, supongo que no todos los mozos ya que también en esta época, la economía no estaba muy alegre en todos los bolsillos.
Entiendo que antes de empezar el baile, en la calle no faltarían las clásicas mujeres observando y controlando las parejas que van al baile, especialmente los que aún no son novios, detalles y conjeturas que les servía para darle al pico durante varios días.
Más tarde se reúnen los organizadores de la fiesta, los mandones, y acompañados por la música recorren el pueblo donde todas las solteras (sin límite de edad) les entregan a voluntad huevos, y a cambio los mozos les entregaban dos bizcochos.
Cuando ha finalizado el recorrido, en el local del ayuntamiento, cada mozo acude a pagar lo que le corresponde, por los gastos de la fiesta, y seguidamente se reparten los huevos recogidos de forma proporcional. El ayuntamiento también distribuye al final del día llevando a las casas un pan bendecido a los vecinos que por enfermedad no han podido participar en la romería. Durante la noche había un baile en la plaza de la iglesia y el fin de fiesta.
Calculo que este programa de fiestas debería ser aproximadamente por los años 40, aunque el origen de la fiesta de Santa Cruz es de tiempos inmemorables.
Nuevamente se regresa al punto de partida. Durante el camino se forman grupos, unos bajan comentando el día, y otros normalmente las mujeres rezan y cantan aleluyas. Ya llegando a la ermita de san Lamberto se agrupan y el sacerdote sale a recibirlos. Todos juntos toman posiciones por las laderas y por la pradera, para proceder a la comida, que según comentarios, suele ser desproporcionada.
En el momento de la comida, el Ayuntamiento distribuye gratuitamente un pan por cada familia, y todo el vino que quieran beber, (no dudo en que más de uno debía acabar alegre, pues los mozos que llegué a conocer tenían una esponja en su cuerpo que admitía mucho líquido). La representación del Ayuntamiento estaba compuesto por el alcalde o teniente alcalde, Dos números de guardia civil. Y los funcionarios estaban oficialmente invitados. La comida la preparaba la mujer del alcalde o la del teniente alcalde.