Calle LA ENSEÑANZA del pueblo de Atea

ESCUELA DE LATINIDAD

 

 


Una de las calles de Atea, la que parte de la plaza de la iglesia hacia la huerta, tiene por nombre la Enseñanza.
En esta calle se conserva la casona en la que vivió y tuvo la escuela de latinidad mosen José Domínguez.
En la planta baja de la casa aún existe el aula, con amplios ventanales al huerto familiar; en las plantas superiores estaban los despachos, cuartos de estar y dormitorios, con los muebles de la época. Se guarda también parte de la selecta biblioteca del Dómine,como le llamaba la familia, y un libro de
matrículas y cobros, al parecer incompleto,que revela que la escuela funcionó entre 1829 y 1905, al menos.
Entre 1829 y 1852, la escuela estuvo a cargo de don José Domínguez; en estos
años, el número de alumnos oscilaba entre los 20 y los 30, y procedían de los
pueblos de la comarca, aunque también de poblaciones lejanas de Castilla o Valencia.
No consta que hubiera matrícula durante los años 1853 y 1854, tal vez debido a la
epidemia de cólera que invadió a algunas poblaciones de Aragón por esos años, o
acaso a la enfermedad del maestro, que murió en 1855.
La academia se abrió de nuevo en 1855, seguramente siendo maestro de la misma
don José Jurado Domínguez. En este periodo, hasta 1905, el número de alumnos
nunca superó los 15.
Don José Domínguez, clérigo nacido en la localidad y formado en Roma, era persona
culta y delicado escritor de la historia de su pueblo, especialmente del despoblado
de El Sace y la ermita de Nuestra Señora de los Mártires. Parte de sus escritos
se han perdido. Murió como se ha dicho enfermo de cólera el 12 de septiembre
de 1855, a los 48 años de edad, según se lee en la lápida que hay sobre su tumba
en la ermita de Santa Bárbara.
Él mismo parece haber sido el autor del siguiente epitafio, en forma de octava real:


Tu vista hombre cristiano en el momento
baje a esta tumba de gusanos nido,
que buscando a porfía su alimento
en un esqueleto me han convertido.

Mira que pasan cual ligero viento
Del mundo las glorias basta el olvido,
Atesora pues bienes para el cielo
Si en tu muerte quieres tener consuelo.

 

 

Texto extraido literalmente del libro:"Comarca del campo de Daroca" de Fabian Mañas Ballestin.
Fotografias de Roberto Tornos