El Pozolabra:

Posiblemente a los más jóvenes este nombre de Pozolabra no les diga nada, pero si le preguntamos a los veteranos del pueblo, te mirarán a la cara y con una pequeña sonrisa te dirán donde estaba ubicado este lugar.
Estaba justo por detrás de la Iglesia y hacia un rincón con unas paredes que cerraban unos huertos, en dirección al puente bajo, y se la conocía como el Pozolabra, El origen de este nombre, procede que hace muchos años haciendo obras por este lugar, se descubrió un pozo o un manantial de agua, esta agua tenía un trayecto, y en casa de Saúl Herrero, (Barrio Bajo) antigua sede de los estudiantes a seminaristas, tenían un punto de agua de este manantial. Obras que debieron durar algún tiempo, y los obreros en sus conversaciones decían,” Estoy trabajando en el pozo de la obra” el tiempo se cuidó de simplificar la frase, Pozo la obra, y posteriormente POZOLABRA.

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian
Dicho esto retrocedamos a los años 55- 60, y nos centraremos en la plaza de la Iglesia, eran tardes de julio y agosto, tardes largas y calurosas, en la plaza los críos de corta edad pasábamos las tardes jugando detrás de una pelota (cuando la teníamos) el tener una pelota por mala que fuera, para nosotros era una fiesta. Piernas jóvenes delgadas, largas y secas, y alguna de estas con “roña” así entre griterío, bullicio, risas y alguna que otro empujón pasábamos las tardes
Este ambiente a veces se rompía cuando pasaba una abuela, y con voz amenazante nos decía: ! Como me deis un pelotazo llevareis una torta en él pescuezo! (mentalmente pensábamos faena te doy si me tienes que coger) el juego en la plaza se acababa, cuando el sonido de la campana accionada por el Sr, Pedro avisaba a los fieles para rezar el rosario. Rápidamente nos íbamos del lugar, no sea que venga el cura Sr. Jesús y nos obligue a entrar a la iglesia a rezar...-
También al atardecer después del trabajo en el campo, los mozos y hombres se adjuntaban en corrillos sentados y apoyados en las paredes de la iglesia y de la posada de la tía Pascuala, conversaban mientras se liaban con cierta habilidad, un cigarro con picadura de cuartearon, así daban tiempo esperando la hora para cenar.
Todas estas personas que circulaban por la plaza y sus alrededores, cuando tenían ganas de hacer sus necesidades fisiológicas, en lugar de ir al corral de sus casas, estas iban a la zona del Pozolabra. El papel higiénico por aquellos años no se conocía en Atea, solamente la palabra Higiénico se sabía que estaba en el diccionario, para suplir el papel, no había ningún problema, simplemente consistía en encontrar dos peñas (piedras) adecuadas para limpiarte. Curiosamente tengo que decir que nunca se manchaban los calzoncillos, simplemente no llevábamos.
Desde hace mucho tiempo, esta zona el ayuntamiento lo tiene curioso, limpio y pavimentando, quedando en el olvido su función, pero no en la memoria de los que hoy somos abuelos.