Pregonero

El pregonero del pueblo era normalmente un empleado municipal llamado “aguacil”. Su cometido era estar a las órdenes del secretario del ayuntamiento para cualquier servicio de toda clase. Uno de estos servicios era el de comunicar a los vecinos las noticias de interés público, como por ejemplo el cobro de la contribución, el cobro de pastos a los ganaderos,...

Cuando una persona estaba interesada en que un pregonero diese a conocer una noticia, debía pedir permiso al ayuntamiento y pagar un pequeño impuesto. También el pregonero daba a conocer bandos, noticias o productos que le encargaban los comerciantes que venían al pueblo a vender algún producto, y por ello cobraba un dinero extra.
Hubo un pregonero llamado el tio Tomás que cobraba 0,75 pesetas por echar un bando por todo el pueblo. Cuando le preguntaban el precio, contestaba tres reales, pero todos le daban una peseta –él ya casi que imponía una propina–.
El pregonero o el aguacil tocaba una trompeta para alertar a los vecinos, sonido que todos conocían. De repente, todos los que estaban cerca acudían a su alrededor para escuchar mejor la noticia, las cortinas se corrían y se abrían puertas y ventanas. Acto seguido, empezaba a leer en voz alta la noticia, como si cantara, pero dándole un acento personal. Cuando la noticia era un poco larga y complicada, antes se la escribía en un papel y la leía, pero normalmente la cantaba de memoria. De este modo daba la vuelta al pueblo deteniéndose en 8 ó 10 puntos estratégicos para que todos los barrios y sus gentes se enterasen del comunicado. Por descontado que la abuela sorda se lo tenían que contar tres o cuatro veces.

Aunque lo siguiente es un poco confuso, mirando tiempo atrás se sabe que el aguacil, aparte de pregonero, también debía llevar y recoger el correo todos los días a la estación de Murero, tanto si llovía como si nevaba. De este modo, por la mañana y con la compañía y ayuda de un burro transportaba el correo. Recordar que de Atea a Murero la distancia es de 7 kilómetros. Esta actividad yo puedo confirmarla, ya que lo leí en una entrevista en el Heraldo de Aragón que le hacían a una profesora que se jubilaba, la cual comentaba refiriéndose a la toma de posesión de su primera escuela en Atea lo siguiente: “ caminando detrás de un burro del cartero, el animal cargaba con mi maleta donde iba todas mis pertenencias, aunque aliviada del peso, no puedo olvidar aquellos kilómetros a través de la nieve ”. La maestra se llamaba Bondad Galve y era la directora del colegio Gascón y Marín cuando se jubiló.

Yo solo recuerdo del aguacil que se llamaba Ángel Luzón y éste ya se desplazaba con un triciclo o un iso-carro. Creo que este señor vive en Madrid, y desde Valls le envío un fuerte abrazo.

 

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian