Rebaños de Ovejas:

Hace muchísimos años en que los pobladores de la tierra, aprenden a utilizar nuevos recursos para vivir, aprenden a sembrar y recoger fruto, así descubren la agricultura. También aprenden a conseguir de forma continuidada carne, por medio de domesticar animales así surge la Ganadería.
Me sorprende que Atea por los años 50 tuviera entre 10 y 12 rebaños de ovejas, y cada grupo de estos con más de 200 cabezas, y así beneficiarse de su explotación.
Casi todas las casas de Atea solventes, tenían su rebaño propio de ovejas, familias ricas como Ortillés, Ezequiel (apodado el Joto) cuñado de Victoriano (tienda) Martín Lorente, Roquetón, Motorra, señor Elías, Manuel Blasco, Pascual Herrero, etc.
Lógicamente estos rebaños estaban a su cuidado un pastor contratado, persona del pueblo que durante todos los días del año, excepto días señalados como el día de la Virgen, o bien días de lluvia y nieve, se quedaban donde pernoctaban o sea las Parideras, lugares que posiblemente había unas 20 parideras extendidas por los términos, y en sitios cerca del pueblo, como la zona de las eras, pasado el Barrio Nuevo dirección a la Isilla etc.
Para realizar este trabajo de pastor, (aparte de los perros) tenía la ayuda de un joven entre 8 o 10 años, “el zagal” que cuando este crio crecía y ya rondaba los 14 años, normalmente dejaba de pastorear y se dedicaba a otros trabajos como jornalero. Era bastante sacrificado el oficio de pastor, las ovejas cuando hace calor se agrupan se amorronan entre ellas y no comen, así había que sacarlas a pastorear al atardecer del día y toda la noche hasta más o menos las 10 de la mañana en que las cerraban, y el pastor se iba a dormir
Nombres de pastores que circulaban por aquellos años, Nicolás y Vicente Tornos, Mariano Cabrío, el tío Colillas, Royete, Ramón el Reboso, Teodoro Lara, y en especial uno que lo tengo grabado en mi ancha frente, de estatura media, cubría su despoblada cabeza con una boina, descolorida y vieja, igual que la manta que colgaba sobre sus hombros, calzaba unas albarcas y en sus pies los pedugos,(calcetines) hechos a mano por su mujer, rostro arrugado y quemado por el sol, barba canosa de unos cuantos días o semana, y en su zurrón siempre traía para su nieto, algún racimo de uva y frutos del campo, este señor este pastor, se llamaba Francisco Guerrero.
Muchos de estos rebaños su comedor lo tenían en tierras del amo del rebaño, (dicho mejor en lo suyo) aparte de ribazos y en lugares yermos también, circulaban por el monte ya que atea tiene mucha de estas zonas y al mismo tiempo de pastorear limpiaban el bosque.
También estos ganados, sus propietarios pagaban al ayuntamiento, un precio estipulado por cada cabeza del rebaño, y era el señor aguacil del pueblo, el encargado de hacer el recuento para fijar la cantidad.
Cada cierto tiempo los dueños de las ovejas, vendían parte de este ganado, venta que se hacía a personas comerciantes venidos de otras poblaciones que se dedicaban a comprar corderos. Atea por aquellos años pasaba de 1000 vecinos, y había que llenar el puchero, creo recordar que había tres carnicerías, El señor Motorra, el señor López y el tío Cándido, que vendían cordero de estos ganados, pero en su mayor parte la venta era carne de oveja, porque era más barata que el cabrito, y era más sabrosa y gustosa que el cabrito joven.
Aparte de la explotación y venta de los corderos, los propietarios de estos tenían unos ingresos con el esquilado, lana que actualmente no vale mucho pero años atrás iba buscada y bien pagada.
Afortuna mente en Atea, aun hay señores que se dedican a esta actividad, pocos pero con muchas más cantidad de cabezas en sus rebaños.

Los textos y los dibujos han sido enviados a esta web por Luis Cebrian