Relaciones prohibidas en Atea:

Los hechos que vamos a narrar sucedieron en la localidad de Atea, concluyendo con el desenlace trágico que se produjo el 24 de septiembre de 1900.

Vicenta Tornos Lara, de 36 años, con un hijo de soltera, se casó con el jornalero Juan Gil Remacha, de 27 años. Antes y después de casarse, consintiéndolo el marido, Vicenta siguió con las relaciones que mantenía con Manuel Estella Guerrero, un pastor viudo de 48 años y con varios hijos a su cargo.

Manuel Estella, que entraba en casa de Juan y Vicenta a
cualquier hora del día y de la noche, tenía casi abandonados
a sus hijos, a los que no entregaba nada de dinero, ni siquiera
el que ganaba uno de sus hijos y que él cobraba. Ante esta
situación el hijo se vio obligado a marchar del pueblo para
recibir por sí el salario y poder atender a sus hermanas
.
Así las cosas, varias circunstancias influyeron en la evolución
de los acontecimientos. Por un lado se redujeron los ingresos
que Manuel aportaba a la familia de Vicenta; los rumores
públicos, poniendo en entredicho la fidelidad de Vicenta por
las frecuentes e intempestivas visitas del pastor, se fueron
extendiendo; los celos afectaron a Juan, y Vicenta se cansó
de las relaciones con Manuel, tratando de poner fin a toda
costa.

Vicenta no se lo pensó dos veces y una mañana propuso a
su marido acabar con Manuel. Juan se negó pero, finalmente,
aceptó ante la insistencia de Vicenta. Probablemente influyera
en la decisión de Juan el hecho de que su mujer le dijera que
Manuel se proponía matarlo para casarse después con ella, y
que a ella también la había amenazado con matarla si se negaba.

El día de autos, entre las ocho y nueve de la noche, se presentó Manuel en la casa de Vicenta y Juan con un palo que llevaba estoque. Vicenta bajó a la cuadra, donde se encontraba el marido, para instarle a que realizara el crimen.

Ofuscado por la porfía de su mujer, Juan se armó de un mango de azada, subió a la cocina en la que se encontraba sentado el pastor y se acercó de pronto, golpeándole fuertemente en la cabeza, sin que éste pudiera evitar la agresión ni defenderse. Manuel cayó al suelo y los cónyuges se arrojaron rápidamente sobre él, causándole con diferentes objetos varias heridas más que le produjeron la muerte
.
La misma noche, Juan trasladó el cadáver a las afueras del pueblo.

El 28 de junio de 1901 Juan y Vicenta fueron juzgados por estos
hechos y condenados,ambos, a la pena de cadena perpetua.

 

Texto extraido literalmente del libro:"Historias de amor en Aragón" Editorial Pirineo,
de Jose Antonio Adell y Celedonio Garcia.


Fotografía de Roberto Tornos